domingo, 25 de octubre de 2009

The meeting place

Me perseguió por todos los rincones habiendo tenido que, ahí nomás, controversialmente clausurarlos. Ya no tengo pared alguna contra la cual llorar, ni contemplar sobre un banquito con bonete de burro. Y mi voluntad quedó atascada en cemento fresco, o quizás sería mejor decir que está anclada, ¡qué gracioso!
Y ahora que los agujeros por donde me espiaba fueron emparchados, ya no quedan deseos de desnudarme ni pasearme con movimientos felinos al ritmo de esa vieja púa sobre el disco.
Solo me queda esperarlo en sueños, sospechando en un profundo suspiro que, en realidad, él jamás sabrá participar de la picardía de los que sueñan.