martes, 19 de enero de 2010

Boat behind

Siempre duermo en oscuridad. Parece algo obvio y debe ser así como lo hacen miles de millones de de personas y tantos otros seres vivos. Cerrar la cortina, persiana, celosía (nunca me gustó esa palabra). Temo que el sol del amanecer interrumpa mi descanso, o peor, que me despierte en la mejor parte del sueño. No se si es posible. Tal vez el resplandor que se filtra en la mañana no tenga tanto poder. Aún así la mayoría de las veces prefiero no arriesgarme; aunque solo en este caso, hay riesgos tan dulces…
Esa noche lo olvidé por completo y cuando sonó el despertador, las caricias de sol que entraban por la ventana se posaban sobre su cuerpo aún dormido. Esa imagen tan sosegada quedó estampada en mi retina, tanto que hasta supo burlar mi falta de memoria visual. Sin quererlo me había arriesgado, y aunque el saldo fue algo peor que un par de minutos de sueño perdidos, ese instante hizo que todo valiera la pena.

Por fin entendí por qué la gente le dice “valer La Pena”.