domingo, 5 de abril de 2009

all tomorrow's parties

...Y Elías tenía miedo de vivir sin su tristeza, recuerdo que solía alardear sobre como su vida de desengaños lo hacían una persona mucho mas interesante. El creía que estar paralizado frente a sus circunstancias era una pose que tenia que sostener cueste lo que cueste, a veces reía al decirlo y no temía hacerlo, pero lo cierto es que no podía imaginarse a si mismo de otra manera, era todo "cuestión de actitud". Había hecho de la autocompasión un estilo de vida. Curiosamente no causaba pena ni se le apetecía a uno gritarle que era patético; mas bien nos recordaba a ese rock star de los 60s que hacía de la desgracia algo mágico y embelesante. Estar con él era presenciar como la nostalgia y la ternura invadían la habitación. Uno sabía que estéticamente todo eso le resultaba muy bien: su pelo jamás podría estar peinado, los fantasmas del pasado jamás podrían estar ausentes. Lo paradójico es que había algo de desorden en él, pero que se sucedía con perfecta disposición y armonía. Y aun así, a pesar de que todo funcionaba con cierto innegable encanto, no podías evitar querer verlo arrojarse a la vida sin ese elegante pesimismo. Daban ganas de arrancarle las hojas de su biografía e invitarlo a bailar nuevas músicas, se le antojaba a uno gritarle que esa lágrima en su ojo era un accesorio de la temporada pasada al igual que su sobretodo gris de temores. Nunca lo hicimos. No hubiese habido caso; la obstinación también formaba parte de su look, y las paredes de su cuarto estaban recién pintadas de amarillo melancolía. Permanecimos a su lado cada vez que nos lo permitió, y ahora tal vez algo de nosotros haya quedado guardado en ese cajón de su mesa de añoranzas...

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