Algunas veces al día me descubro ensayando diálogos en mi mente. Las cosas que te diría, cómo me responderías, aquello que agregaría yo al respecto...Me interno tanto en el tema de conversación, que hasta me olvido que vengo escuchando una canción y que la próxima estación es la mía.
Lo cierto es que, es un muy buen ejercicio cuando se tiene tanta imaginación, y un poco también una tortura.
Por eso, afortunadamente, aprendí a censurarme; a descartar todo argumento que jamás podré profundizar a viva voz.
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